PASADA DE ROSCA

Realmente, el mundo sigue loco. O yo soy de otro planeta.

En medio de esta crisis (existencial y económica) resuelvo volver a confiar y me doy un batacazo.
Resulta que el país del que formo parte, de cuyo escudo tengo un registro en todos mis documentos de identidad, ha aumentado sus ventas armamentísticas en un 64,5% a lo largo del año pasado (ojo, la palabra armamentística me la señala como incorrecta, ortográficamente hablando). En fin, gracias a nosotras, Irán gasta dinero y protege a los suyos, al paso que revende y convence a los otros, Marruecos gasta dinero y protege a los suyos, al paso que regala y compra a los otros, y España gana dinero y protege a los suyos, al paso que los otros no tienen ni idea(s).
Mientras tanto, las becas educativas, los incentivos al desarrollo, las ayudas a la pequeña empresa, la vivienda social, los vicios baratos y todo lo que nos engorda, se van al carajo.
En las cooperativas ecológicas venden productos sufridos de ocho horas mínimas de viaje, de un supuesto comercio justo que aún está por ver, sólo porque los demás queremos eso, y no esto o lo otro (aunque sí lo de más allá).
En las agencias suben los precios de los áticos, porque tener una terraza en esta geografía se paga, aunque eso signifique tener una vivienda que no cumpla los requisitos de habitabilidad básica.
En las calles se chocan las motos, y en los hospitales la medicina hace de la prevención un anagrama, sin sopesar que igual no es necesaria tanta prueba si se aplica el sentido común (y de paso te ahorras el paseo y yo, algunas radiaciones).
En la administración no aparece mi nombre si no es para reclamarme lo que le debo, y en cambio se olvida casi siempre de administrarme lo que me adeuda, memoria idéntica a la de quien me contrata.

Tengo hoy una lista de espanto, pero me da lata escribirla. Realmente, es para llorar. O para cambiar el mundo.

Y yo voy y me preocupo por la máquina de café de mi vecino...

Prima, esta va por ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario