LA ESTRELLA SE MUEVE

Hoy hay más sol, pero no veo la luz.
Las visitas a deseos que no puedo asumir están dejando, por fin, de ser una constante, y disminuyen su frecuencia de manera proporcionalmente inversa al ángulo de mi sonrisa. Por una vez estoy de acuerdo (doctora, ¿estoy muy enferma?) con el levantamiento de corazón, a pesar de que yo lo hubiera dirigido hacia cualquier otra parte. Seguramente mañana se me pase, y vuelva a mirar con buenos ojos la grúa que tengo delante de la ventana.

TEORIZANDO I

Aún no ha llegado el día
en que gaste todos mis besos,

dijo un niño de tres años hace un tiempo.




PASADA DE ROSCA

Realmente, el mundo sigue loco. O yo soy de otro planeta.

En medio de esta crisis (existencial y económica) resuelvo volver a confiar y me doy un batacazo.
Resulta que el país del que formo parte, de cuyo escudo tengo un registro en todos mis documentos de identidad, ha aumentado sus ventas armamentísticas en un 64,5% a lo largo del año pasado (ojo, la palabra armamentística me la señala como incorrecta, ortográficamente hablando). En fin, gracias a nosotras, Irán gasta dinero y protege a los suyos, al paso que revende y convence a los otros, Marruecos gasta dinero y protege a los suyos, al paso que regala y compra a los otros, y España gana dinero y protege a los suyos, al paso que los otros no tienen ni idea(s).
Mientras tanto, las becas educativas, los incentivos al desarrollo, las ayudas a la pequeña empresa, la vivienda social, los vicios baratos y todo lo que nos engorda, se van al carajo.
En las cooperativas ecológicas venden productos sufridos de ocho horas mínimas de viaje, de un supuesto comercio justo que aún está por ver, sólo porque los demás queremos eso, y no esto o lo otro (aunque sí lo de más allá).
En las agencias suben los precios de los áticos, porque tener una terraza en esta geografía se paga, aunque eso signifique tener una vivienda que no cumpla los requisitos de habitabilidad básica.
En las calles se chocan las motos, y en los hospitales la medicina hace de la prevención un anagrama, sin sopesar que igual no es necesaria tanta prueba si se aplica el sentido común (y de paso te ahorras el paseo y yo, algunas radiaciones).
En la administración no aparece mi nombre si no es para reclamarme lo que le debo, y en cambio se olvida casi siempre de administrarme lo que me adeuda, memoria idéntica a la de quien me contrata.

Tengo hoy una lista de espanto, pero me da lata escribirla. Realmente, es para llorar. O para cambiar el mundo.

Y yo voy y me preocupo por la máquina de café de mi vecino...

Prima, esta va por ti.

ESOS PEQUEÑOS DETALLES

Cerrar los ojos y salir del ruido. Oír el humo cada vez más lejano. Y seguir...
Luego, por supuesto, volver a abrirlos, voy conduciendo, no quiero acabar estampada debajo del puente. Después de unos cuantos minutos el paisaje va cambiando, lo gris se vuelve de tierra y mojado, y de a poco, vivo. Al rato, la serpiente de lomo plata está flanqueada ya por tan poco cemento y hierro que a la mínima saturación hidráulica, los montes le escupen tierra. Dos veces la he perdido, hundiendo las ruedas en fango...
Es imposible pensar en lo olvidado cuando llegas, tras tanto tiempo bailando al son obligado que marca el volante. Ahora lo tierra es verde, lo gris es blanco, lo espejo, casi barro.

Por suerte, por cuidado de unas pocas, queda algún paraíso por allí debajo.
(no iba a ser todo malo...)

















La fuente de los tres caños, en Guájar Alto.