ESOS PEQUEÑOS DETALLES

Cerrar los ojos y salir del ruido. Oír el humo cada vez más lejano. Y seguir...
Luego, por supuesto, volver a abrirlos, voy conduciendo, no quiero acabar estampada debajo del puente. Después de unos cuantos minutos el paisaje va cambiando, lo gris se vuelve de tierra y mojado, y de a poco, vivo. Al rato, la serpiente de lomo plata está flanqueada ya por tan poco cemento y hierro que a la mínima saturación hidráulica, los montes le escupen tierra. Dos veces la he perdido, hundiendo las ruedas en fango...
Es imposible pensar en lo olvidado cuando llegas, tras tanto tiempo bailando al son obligado que marca el volante. Ahora lo tierra es verde, lo gris es blanco, lo espejo, casi barro.

Por suerte, por cuidado de unas pocas, queda algún paraíso por allí debajo.
(no iba a ser todo malo...)

















La fuente de los tres caños, en Guájar Alto.

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